


Casi no podría concebir un salón sin una barra sobre la que
reunirse y charlar mientras preparas ese postre especial, poder cocinar
sosegadamente, con tu copa de vino a la vez que mantienes una buena
conversación ambientada con música de fondo. Un lugar en el que conversar sobre
lo que ha pasado a lo largo del día sin sentirse arrinconada. Quizás sea ese
preciso cambio el que nos haga plantearnos como debería ser un espacio así. No
es una cocina tampoco un salón. En este caso se mezcla el orden de una cocina
con la amabilidad del salón. La
modernidad con la tradición.